Tengo la extraña sensación de que, cuando faltan las imagenes, se reducen mis deseos de escribir. Pero eso es no lograr darle la fuerza necesaria a una palabra, considerarla que por si misma es capaz de describir una situación, hecho o realidad. La imagen como aval de una afirmación, como los cuentos infantiles, donde se descubria una historia mientras coloreabamos las páginas con dibujos de personajes. El pensamiento concreto, atado a la cosa.
La literatura es todo lo contrario, incluso una crónica de viaje tiene que guardar ese potencial de ser un facilitador, para que, el que lee, se arme sus propias imágenes en la cabeza, en las fantasias.
Al mismo tiempo, podría relatar como acontecen los dias, calurosos ultimamente, pero me reservo, porque quedaria mas en la enumeración descriptiva que en la paleta de colores que me gustaría hacer con las palabras. Para que otro, un lector, haga el esfuerzo de contornear los bordes de esos colores.
Sigo trabajando en eso, o consigo más fotos, o investigo más en que lugar queda esa pasión por la literatura (si es solo en la lectura).
La semana pasada escribí un cuento para un concurso que organiza el metro de Medellín, llamado "Un cuento para mi ciudad en cien palabras", y esto fue lo que quedó tras varias correcciones:
Quisieron huir, buscaron atajos, soñaron llanuras de horizontes rectos. Calles
Oriente, occidente, norte o sur no eran los únicos sentidos, empezaron a oír el sentido del dolor, las lágrimas, los dobles sentidos, los sentidos pésames, los sinsentidos. Calles
En su huída subían, se bifurcaban, rodeaban, giraban entre casas de ladrillos a la vista, de dolores a la sombra. Calles
Medellín, conoces esos silencios pavimentados, que hoy cargan con lluvia donde ayer hubo lágrimas. Callas.
Así baja el agua, arrastrando desechos, conservando memorias, que como cenizas del pasado, resisten el aguacero. No callan
jueves, 30 de octubre de 2008
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1 comentario:
sobran las palabras, bastan con las tuyas del hermoso cuento. besos.te amo y te extraño
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