Tengo la extraña sensación de que, cuando faltan las imagenes, se reducen mis deseos de escribir. Pero eso es no lograr darle la fuerza necesaria a una palabra, considerarla que por si misma es capaz de describir una situación, hecho o realidad. La imagen como aval de una afirmación, como los cuentos infantiles, donde se descubria una historia mientras coloreabamos las páginas con dibujos de personajes. El pensamiento concreto, atado a la cosa.
La literatura es todo lo contrario, incluso una crónica de viaje tiene que guardar ese potencial de ser un facilitador, para que, el que lee, se arme sus propias imágenes en la cabeza, en las fantasias.
Al mismo tiempo, podría relatar como acontecen los dias, calurosos ultimamente, pero me reservo, porque quedaria mas en la enumeración descriptiva que en la paleta de colores que me gustaría hacer con las palabras. Para que otro, un lector, haga el esfuerzo de contornear los bordes de esos colores.
Sigo trabajando en eso, o consigo más fotos, o investigo más en que lugar queda esa pasión por la literatura (si es solo en la lectura).
La semana pasada escribí un cuento para un concurso que organiza el metro de Medellín, llamado "Un cuento para mi ciudad en cien palabras", y esto fue lo que quedó tras varias correcciones:
Quisieron huir, buscaron atajos, soñaron llanuras de horizontes rectos. Calles
Oriente, occidente, norte o sur no eran los únicos sentidos, empezaron a oír el sentido del dolor, las lágrimas, los dobles sentidos, los sentidos pésames, los sinsentidos. Calles
En su huída subían, se bifurcaban, rodeaban, giraban entre casas de ladrillos a la vista, de dolores a la sombra. Calles
Medellín, conoces esos silencios pavimentados, que hoy cargan con lluvia donde ayer hubo lágrimas. Callas.
Así baja el agua, arrastrando desechos, conservando memorias, que como cenizas del pasado, resisten el aguacero. No callan
jueves, 30 de octubre de 2008
martes, 28 de octubre de 2008
Buena Vista
jueves, 23 de octubre de 2008
Como murió Carlitos
Siguiendo en el tema que vivo a tres cuadras del aeropuerto de Medellín, les paso un video para que entiendan mis temores
jueves, 16 de octubre de 2008
Mayday, mayday: Pidiendo pista
Uno de mis mayores placeres, siempre, fueron las terminales y los transportes. De chico rogaba en silencio que nos tocara alguna barrera baja para ver pasar el tren delante de mis narices. Otras, con la "barra", ibamos a poner el oido en los rieles para sentir las vibraciones y pronósticar el acercamiento de una formación (Si venia, poniamos una moneda sobre la via para convertirla en medalla).
En mi colección de autitos a escala tenía tres buses Galgo, con los que mas jugaba(Ablo, Chevallier y Micromar) así que en las reuniones lúdicas yo me encargaba de organizar la terminal.
En mi stock habia tambien un avión de aerolineas a fricción, un helicóptero y un jet privado, para el caso que la ciudad que armaramos necesitará un aeropuerto internacional.
Dicen los psicólogos que el juego es el espacio de experimentación para la vida adulta, el lugar transicional que define, de alguna manera, algo de lo que seremos de grande. Nos sirve como preparación.
Pongamosle que ahora yo me podria definir como adulto, solo a los efectos prácticos. Esa experimentación infantil cambio de formas, pero no perdió en la cantidad de placer que me dispensa. Las terminales siguen siendo el lugar mágico de siempre, gente, buses, aviones, trenes en constante movimiento, un lugar que es no-lugar. Todo es tránsito, nadie se queda, edi-ficcios, no tan reales, que no duermen nunca. Estan como suspendidas, son de una ciudad pero al mismo tiempo son de otro lugar. El que esta en nuestra imaginación, en nuestro pasaje. Es el borde, es margen (por eso siempre hay marginalidad que duerme en las terminales) por donde desagua la ciudad, como un embudo en el que se dispersa gente hacia miles de destinos. El momento en que tu vida, tus objetos, se reducen a tu existencia y tu maleta.
Y de adulto supuesto, al no tener los juguetes a mano, busco otras formas. Sin incluir los viajes, que son obvios, una actividad frecuente era irme en la bicicleta para la costanera Norte, llegar hasta la punta de aeroparque, sentarme, encenderme un cigarrillo y esperar que aterrizen los aviones. Me daba una sensación "hamaca" (clase de sensación de cosquilleo pectoral) magnífica. Orgulloso pensaba que lindo es Buenos Aires que te permite esa sensación, vivencia, sin salir de la ciudad
Hoy día me voy a vivir a un barrio de Medellín llamado Belén, muy lindo lugar de casas bajas, familiar, arbolado y con buenas conexiones. Recien a las seis de la mañana de mi primer noche ahí, descubro que hay un aeropuerto cercano. A cinco cuadras, para ser mas exactos. Nadie me lo habia dicho, asi que figurense cuando en un estado de duermevela empiezo a escuchar el ruido fuerte de un motor que se acerca, por arriba. Pienso en Bin Laden, en Donnie Darko, en Viven, en Gardel, y mi corazón palpita a tantas revoluciones como el avión. Llega el estado de máxima tensión, y el ruido empieza a ceder, pero el estado de alerta del cuerpo, que se condiciona rápido a ciertos reflejos, no cede, aún ahora. Cada mañana, a pesar de reconocer los horarios de los vuelos, la frecuencia y el ruido (si es de helice o turbina) mi corazón se agita, mi mente vuelve a agrupar nombres, peliculas, catástrofes aéreas, tangos. Y me despierto, despotrico, denigro. Detesto oir aterrizar aviones, si al menos pudiera verlos..sería distinto
Y la última reflexión, cuando conté lo de mi viaje a Colombia, la primera reacción de mi mamá fue: Ya, otra vez te vas?, Pero si acabas de volver? Etc. Esas preguntas de porque necesito el movimiento, el partir, el volver, el viajar, el volar, el mirar por la ventanilla, quizas se hubieran entendido mejor en la tierna infancia, con la pregunta: ¿Porque te gusta tanto mirar el tren pasar?. En aquel momento el deseoestaba mas en imaginarme yo allí adentro, que en el tren en sí. Y cuando nos despedimos por el messenger, me dice: Te quiero un vagón. Y bueno, que querias que fuera? Pasajero.
En mi colección de autitos a escala tenía tres buses Galgo, con los que mas jugaba(Ablo, Chevallier y Micromar) así que en las reuniones lúdicas yo me encargaba de organizar la terminal.
En mi stock habia tambien un avión de aerolineas a fricción, un helicóptero y un jet privado, para el caso que la ciudad que armaramos necesitará un aeropuerto internacional.
Dicen los psicólogos que el juego es el espacio de experimentación para la vida adulta, el lugar transicional que define, de alguna manera, algo de lo que seremos de grande. Nos sirve como preparación.
Pongamosle que ahora yo me podria definir como adulto, solo a los efectos prácticos. Esa experimentación infantil cambio de formas, pero no perdió en la cantidad de placer que me dispensa. Las terminales siguen siendo el lugar mágico de siempre, gente, buses, aviones, trenes en constante movimiento, un lugar que es no-lugar. Todo es tránsito, nadie se queda, edi-ficcios, no tan reales, que no duermen nunca. Estan como suspendidas, son de una ciudad pero al mismo tiempo son de otro lugar. El que esta en nuestra imaginación, en nuestro pasaje. Es el borde, es margen (por eso siempre hay marginalidad que duerme en las terminales) por donde desagua la ciudad, como un embudo en el que se dispersa gente hacia miles de destinos. El momento en que tu vida, tus objetos, se reducen a tu existencia y tu maleta.
Y de adulto supuesto, al no tener los juguetes a mano, busco otras formas. Sin incluir los viajes, que son obvios, una actividad frecuente era irme en la bicicleta para la costanera Norte, llegar hasta la punta de aeroparque, sentarme, encenderme un cigarrillo y esperar que aterrizen los aviones. Me daba una sensación "hamaca" (clase de sensación de cosquilleo pectoral) magnífica. Orgulloso pensaba que lindo es Buenos Aires que te permite esa sensación, vivencia, sin salir de la ciudad
Hoy día me voy a vivir a un barrio de Medellín llamado Belén, muy lindo lugar de casas bajas, familiar, arbolado y con buenas conexiones. Recien a las seis de la mañana de mi primer noche ahí, descubro que hay un aeropuerto cercano. A cinco cuadras, para ser mas exactos. Nadie me lo habia dicho, asi que figurense cuando en un estado de duermevela empiezo a escuchar el ruido fuerte de un motor que se acerca, por arriba. Pienso en Bin Laden, en Donnie Darko, en Viven, en Gardel, y mi corazón palpita a tantas revoluciones como el avión. Llega el estado de máxima tensión, y el ruido empieza a ceder, pero el estado de alerta del cuerpo, que se condiciona rápido a ciertos reflejos, no cede, aún ahora. Cada mañana, a pesar de reconocer los horarios de los vuelos, la frecuencia y el ruido (si es de helice o turbina) mi corazón se agita, mi mente vuelve a agrupar nombres, peliculas, catástrofes aéreas, tangos. Y me despierto, despotrico, denigro. Detesto oir aterrizar aviones, si al menos pudiera verlos..sería distinto
Y la última reflexión, cuando conté lo de mi viaje a Colombia, la primera reacción de mi mamá fue: Ya, otra vez te vas?, Pero si acabas de volver? Etc. Esas preguntas de porque necesito el movimiento, el partir, el volver, el viajar, el volar, el mirar por la ventanilla, quizas se hubieran entendido mejor en la tierna infancia, con la pregunta: ¿Porque te gusta tanto mirar el tren pasar?. En aquel momento el deseoestaba mas en imaginarme yo allí adentro, que en el tren en sí. Y cuando nos despedimos por el messenger, me dice: Te quiero un vagón. Y bueno, que querias que fuera? Pasajero.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Tengo el buzo marrón
Acá hay un cantante medianamente famoso llamado Juanes, entre sus hits figura "La camisa negra", tema que se baila en la mayoría de los países de Sudamerica. Bueno, resulta que el chico tiene una fundación muy comprometida con hacer cosas para cambiar la realidad de su ciudad, Medellín. Y en una de las charlas de la fundación, el se apareció para intercambiar puntos de vista con los asistentes. Al finalizar, y habiendo detectado, en mis intervenciones, mi orígen argentino, me pidio sacarse una foto conmigo, y bueno, le di el gusto.
Algunas frases y palabras que me gustan:
-Los burros se buscan para rascarse: En argentino: siempre hay un roto para un descosido
-El que anda con miel, algo se le pega: Si andas en la busqueda, algo vas a enganchar
-Bluejenear: Es como tranzar, chapar, apretar. Digamos: Demostrarse extremo afecto pero con los jeans puestos
Algunas frases y palabras que me gustan:
-Los burros se buscan para rascarse: En argentino: siempre hay un roto para un descosido
-El que anda con miel, algo se le pega: Si andas en la busqueda, algo vas a enganchar
-Bluejenear: Es como tranzar, chapar, apretar. Digamos: Demostrarse extremo afecto pero con los jeans puestos
lunes, 13 de octubre de 2008
Donde esta Ignacio?
martes, 7 de octubre de 2008
domingo, 5 de octubre de 2008
Los indigenas, los arboles, el agua y las necesidades
La semana pasada vi un documental sobre una familia indígena que se dedicaba a la comercializacion de madera y tala de arboles en el Chocó, una zona de Colombia. La tribu se llama Emberá. En la película se veía como talaban el arbol, sacaban madera alisada de ese tronco. Luego, con todos los pilotes hacian una balsa tipo tren, bastante larga, subian a la familia (madre, niños, bebé y perro), las cacerolas, la comida, las mantas, y remontaban el río durante dos o tres dias, hasta llegar al pueblo y venderlas. Al final, hablaba la directora. La mayor preocupación que convocó, fue el daño que es talar una selva tan rica como la colombiana. Ella contaba que hacia falta educación en temas ambientales, que no se debia perder de vista que, pese a su condición indigena, estaban inmersos en el capitalismo, que necesitaban vender para acceder a bienes económicos como ropa, tejados de zinc, incluso electrodomésticos.
La riqueza en selvas de Colombia es increíble. El clima, las lluvias hacen que todo sea muy verde, incluso los uniformes de policia (no por las lluvias en este caso), pero el hecho de ver que talaron un árbol de miles de años dejo al público bastante consternado.
Acá, al igual que en casi todas partes del mundo, no existe el bidet*. Cuando estuve en europa creí que la ausencia de este artilugio de la modernidad, se debía a la escasez de agua, o al uso racional de la misma. Me pareció una decisión ecológica, por el cuidado del ambiente y sus recursos no renovables.
Aquí, donde no pareciera haber una falta concreta de agua, tampoco hay bidéts.
La gente, yo incluído, se preocupa por la devastación de las selvas, pero no oí a nadie decir cuanto papel higiénico usa cada vez que utiliza el baño. Sin entrar en detalles donde se incluyan patologías estomacales específicas, creo que en cada visita, un buen trozo de árbol se esta yendo por el inodoro. Esa perdida medioambiental no resuelve por completo el motivo de su utilización. Llamemosle la picazón concomitante que puede perdurar, por más buen uso que hagamos del rollo.
Un claro ejemplo del dicho: "No permitas que el árbol no te deje ver el bosque".
No podemos educar el modo de subsistencia del indigena, si aún seguimos usando tanto papel higiénico, actitud de fácil sustitución si pueden gozar de placeres de la modernidad como es el bidét. En mi opinión el mayor uso de agua no dañaria tanto el ecosistema colombiano. No sea que un día le país del norte se quede sin agua potable, y hagan una estrategia preventiva de quitarsela porque es un insumo para la elaboración de coca. Hago un llamado a los colombianos, a usar más agua y a talar menos árboles.
*Bidet es un instrumento de aseo, que en los baños argentinos se ubica paralelo al inodoro. Tiene como función arrojar un chorro de agua a presión en sentido ascendente
para una mejor limpieza de las partes implicadas en la visita al habita-culo
La riqueza en selvas de Colombia es increíble. El clima, las lluvias hacen que todo sea muy verde, incluso los uniformes de policia (no por las lluvias en este caso), pero el hecho de ver que talaron un árbol de miles de años dejo al público bastante consternado.
Acá, al igual que en casi todas partes del mundo, no existe el bidet*. Cuando estuve en europa creí que la ausencia de este artilugio de la modernidad, se debía a la escasez de agua, o al uso racional de la misma. Me pareció una decisión ecológica, por el cuidado del ambiente y sus recursos no renovables.
Aquí, donde no pareciera haber una falta concreta de agua, tampoco hay bidéts.
La gente, yo incluído, se preocupa por la devastación de las selvas, pero no oí a nadie decir cuanto papel higiénico usa cada vez que utiliza el baño. Sin entrar en detalles donde se incluyan patologías estomacales específicas, creo que en cada visita, un buen trozo de árbol se esta yendo por el inodoro. Esa perdida medioambiental no resuelve por completo el motivo de su utilización. Llamemosle la picazón concomitante que puede perdurar, por más buen uso que hagamos del rollo.
Un claro ejemplo del dicho: "No permitas que el árbol no te deje ver el bosque".
No podemos educar el modo de subsistencia del indigena, si aún seguimos usando tanto papel higiénico, actitud de fácil sustitución si pueden gozar de placeres de la modernidad como es el bidét. En mi opinión el mayor uso de agua no dañaria tanto el ecosistema colombiano. No sea que un día le país del norte se quede sin agua potable, y hagan una estrategia preventiva de quitarsela porque es un insumo para la elaboración de coca. Hago un llamado a los colombianos, a usar más agua y a talar menos árboles.
*Bidet es un instrumento de aseo, que en los baños argentinos se ubica paralelo al inodoro. Tiene como función arrojar un chorro de agua a presión en sentido ascendente
para una mejor limpieza de las partes implicadas en la visita al habita-culo
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