sábado, 4 de junio de 2011

A ruinas



A ruinas
Él sacó el equipo de mate y empezó a prepararlo. Ella lo miró, siguió el movimiento de sus brazos, para luego inclinar su cabeza hacia arriba. Comenzó a hablar:
-¿Vos podes creer? Parece que el tipo se empeñara en boicotear todo lo que construimos juntos.

Hubo un silencio breve, se mordió los labios, estiro la mano alcanzándole la yerba, con la mirada en el mismo lugar, siguió:
-Se subió al carro de la modernización, con sus ínfulas de arquitecto posmo. Fijate, por decir, le ruego claridad y él diseña vidrios y ventanas. Le digo lo incómoda que me pone su indiferencia y me habla de muebles ergonomicos. Le pido que veamos nuevos horizontes y dibuja balcones. Le reclamo su falta de pasión conyugal y distribuye las escaleras para incendios. Le planteo mis inseguridades y revisa las salidas de emergencia. Le expreso mis nostalgias, esos tiempos donde con solo una mirada sentiamos que tocabamos el cielo con las dedos, y el cretino, obvio, enumera los pisos de su obra majestuosa.

Se detiene para beber el primer sorbo de mate, continúa:
-Ahí la tiene, puto faraón obediente del capitalismo sojero, se regodea como si se tratara de su propio falo. Infla su pecho de elogios hipócritas mientras con sus brazos dirige, muestra, explica. Los gerentes y esa manga de gobernantes estupidizados miran hacia arriba y aplauden. Él sonrie. Su ego, su falo, su edificio es lo que salta a la vista, pero ya te digo, como esposo es un reverendo hijo de puta, creeme.

Vuelve a introducir la bombilla entre sus labios, y agrega:
-Sin ir mas lejos, ¿ves aquel zaguan? Fue complice de nuestros primeros encuentros, pero te aseguro que mañana será el césped donde transiten esos zapatos 100% cuero vacuno. Mirá que hay que ser insensible, eh?. Que no me venga, por faaavor. En suma, ese amor que nos unió, ya te digo, hoy se fue enterrado junto con un par de escombros.
Recién en ese momento ella vuelve a posar sus ojos en los de él, al tiempo que saca un churro de la bolsa de papel:
-Ay, perdón si te quemé la cabeza, pero necesitaba descargarme. -¿Me rascas, cielo?

-¿Te parece? ¿Y si nos ve?

-No te preocupes, esta demasiado ocupado en su rascacielos.

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