viernes, 19 de agosto de 2011

Obtuso

Tenia una obsesión con los obsequios que en ciertos casos llevaba a limites obscenos. Ninguna vidriera aparecía como obstáculo a su observación. Revisaba el calendario de cumpleaños de gente que apenas conocía y se obstinaba en obsequiarle algún objeto que encontrara en sus paseos. Era de tal ridiculez su obsecuencia que busco la cartilla de su obra social, busco una especialista en obstetricia, fue hasta la clínica y le regalo un overol.
Sin embargo, el guardia de seguridad lo había observado al ingreso y dio aviso inmediato al servicio de salud mental. Dos enfermeros y un psiquiatra lo inmovilizaron con un mínimo esfuerzo físico y una máxima dosis tranquilizante. Aprovecharon el ensueño de él para observarlo, auscultarlo y diagnosticarlo. El jefe del servicio y los residentes concluyeron en forma unánime que se trataba de una esquizofrenia. Los últimos no tanto en base a sus observaciones sino mas bien por la obsecuencia que le debían a su mentor. Sin dejar de lado las intenciones de poder ser parte del plantel profesional del lugar.
Apenas el paciente recuperó sus facultades mentales embotadas, lo citaron al consultorio del Dr. Villegas, especialista en desordenes mentales. Le dijo, sin muchos rodeos, que lo que él padecía era una esquizofrenia, que al principio habían sospechado que se trataba de una neurosis obsesiva, por algunos síntomas, que tras largo debate decidieron en forma conjunta que correspondía más al ultimo diagnostico, pero que para su tranquilidad, aparentaba no ser de mayor importancia significativa, por lo que podía regresar a su casa. Que su vida no corría peligro.
El camino a su casa ya no fue el mismo, esquivo todas las vidrieras. Abolió las esquinas de su recorrido y empezó a cruzar las calles a mitad de cuadra. Ya a dos manzanas de su casa, pensativo como estaba, no sabemos si con intención, o es que quiso freniar pero no lo hizo a tiempo, que fue arrollado por un coche, bastante moderno, y de vidrios obscuros.

No hay comentarios: