sábado, 21 de mayo de 2011
Estaciones
Llegó temprano, por precavido, le pareció que mirar cada segundo el horizonte que le devolvían los rieles haría evidente su ansiedad. Así que demoro sus ojos en los carteles de la estación, mientras con su mano palpaba por enésima vez el pasaje que descansaba en su bolsillo. Quería salir de la ciudad cuanto antes, aunque seguía pensando que no era una fuga, que no huía. Se detuvo un rato contemplando el que decía "auxiliar", y pensó en el auxilio, en tantas veces que se sintió ahogado en el mar de su indiferencia, sin que nada ni nadie fuera a su rescate. Siguió al rato recorriendo el pasillo hasta ver el que indicaba "salida", sintió en sus entrañas el recuerdo de las veces que se sintió atrapado por aquellos ojos color miel sin encontrar la salida, o sin intentar siquiera buscarla. Porque en ese dolor el prefería habitar, a quedarse inmune y ajeno a ella. Salvo esta vez, que necesito ese papel llamado boleto, con un destino, con un horario definido, para alejarse de una vez. Quizás si pasaran algunos años, o una década, el podría devolverle la mirada sin perderse en ella. Escuchó al tren acercarse, recogio su bolso del piso, y derramo la ultima lagrima, de la que aquella estación fue la única testigo.
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1 comentario:
Qué hermoso, y qué triste... pero hermoso, siempre tan bello leerte
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