Ella espera que llegue, duerme con los dientes apretados de la bronca, de la decepción - Esta es la última, le prometí el mes pasado -, con el misterio de la incomprensión.
No entenderá mi soledad, mi afición para la bebida, mi deseo de olvidar. Hago esto porque la quiero. Ese amor me lleva al trago, a buscar la via para olvidar a aquella, la otra. Ese recuerdo que no permite entregarme a este presente.
La veía y me sentía completo, lleno, queria enredarme en su cuerpo, mezclarme hasta no distinguir separaciones, hasta que mi piel reconociera su sudor como propio, y ese miedo a perderme en ella, me alejó.
Y es a la gordita a la que quiero. Si, sin sentirme lleno, pero tampoco devorado, ni absorvido. El vacio esta, y el vaso lleno para calmarlo. Otra vez regreso al amanecer, mi sol.
Contigo soy feliz, si es que quieres olvidar esta noche, que yo la use para lo mismo.
1 comentario:
Pues ya lo decía Cadícamo, quizá sea el alcohol esa droga capaz de otorgarnos cierta sensación de embriaguez similar a la de fundirse en el sudor de otro cuerpo.
“Esta noche, amiga mía, el alcohol nos ha embriagado ¡Qué me importa que se rían
y nos llamen los mareados! Cada cual tiene sus penas y nosotros las tenemos. Esta noche beberemos, porque ya no volveremos a vernos más. Hoy vas a entrar en mi pasado, en el pasado de mi vida. Tres cosas lleva mi alma herida: amor, pesar, dolor...
¡Qué grande ha sido nuestro amor, y sin embargo, ay, mirá lo que quedó!”
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