viernes, 12 de diciembre de 2008

Esa larga curda

Me toca palmar acá. Como dar una explicación, la razón fue lo primero que abandone en esta curda. ¿Donde fue? ¿El primer bar, el segundo, en la plaza? No se. En estas noches ya no hay tiempo, los espacios se desfiguran. Para mí.
Ella espera que llegue, duerme con los dientes apretados de la bronca, de la decepción - Esta es la última, le prometí el mes pasado -, con el misterio de la incomprensión.
No entenderá mi soledad, mi afición para la bebida, mi deseo de olvidar. Hago esto porque la quiero. Ese amor me lleva al trago, a buscar la via para olvidar a aquella, la otra. Ese recuerdo que no permite entregarme a este presente.

La veía y me sentía completo, lleno, queria enredarme en su cuerpo, mezclarme hasta no distinguir separaciones, hasta que mi piel reconociera su sudor como propio, y ese miedo a perderme en ella, me alejó.
Y es a la gordita a la que quiero. Si, sin sentirme lleno, pero tampoco devorado, ni absorvido. El vacio esta, y el vaso lleno para calmarlo. Otra vez regreso al amanecer, mi sol.
Contigo soy feliz, si es que quieres olvidar esta noche, que yo la use para lo mismo.

1 comentario:

La Rubia dijo...

Pues ya lo decía Cadícamo, quizá sea el alcohol esa droga capaz de otorgarnos cierta sensación de embriaguez similar a la de fundirse en el sudor de otro cuerpo.
“Esta noche, amiga mía, el alcohol nos ha embriagado ¡Qué me importa que se rían
y nos llamen los mareados! Cada cual tiene sus penas y nosotros las tenemos. Esta noche beberemos, porque ya no volveremos a vernos más. Hoy vas a entrar en mi pasado, en el pasado de mi vida. Tres cosas lleva mi alma herida: amor, pesar, dolor...
¡Qué grande ha sido nuestro amor, y sin embargo, ay, mirá lo que quedó!”